Por estas horas, América Latina no sólo enfrenta la epidemia del coronavirus como en casi todo el mundo, sino que también padece dengue y sarampión, enfermedades estas estrechamente ligadas a las pobreza estructural.
En Argentina, según el último informe epidemiológico del Ministerio de Salud, ya son 2.942 los casos confirmados y probables para dengue, con seis fallecidos.
Mientras que son 158 los casos de sarampión, de los cuales 49 fueron detectados en 2020: 9 son importados y 40 de origen desconocido.
Cabe destacar que el año pasado tres millones de latinoamericanos sufrieron esta infección, con 1500 muertes. Según los datos de la OPS, Brasil acumula el 70% de los casos registrados y en México, Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador la cantidad de afectados se multiplica entre tres y diez veces. En Honduras el 17% de los enfermos sufren el dengue hemorrágico y el 66% de los muertos son niños.
Vale decir que esta enfermedad – como muchas otras – está estrechamente ligada a la pobreza estructural. Falta de cloacas, malas condiciones del alcantarillado y deficiencias severas en los servicios de salud producen el escenario adecuado para la propagación de este mosquito y multiplican la amenaza en toda América Latina. Sobre todo –pero no únicamente- el dengue ataca las precarias viviendas de los cinturones de miseria en las grandes ciudades.