7 marzo, 2020

“No queremos academia blanca diciéndonos quienes somos”

Por Sofía Espul.- El colectivo de identidad marrón surge hace más de tres años como un espacio de debate, un lugar de preguntas más que de respuestas. Así lo define Ale Mamani -mejor conocido como Joma-, abogado, trabaja hace más de 10 años en derechos humanos. A través de su voz y las voces de algunas de las compañeras que integran el colectivo, nos permiten conocer quiénes son, cómo se reconocen y cómo intentan buscar un lugar que les permita hablar por ellxs mismxs, sin reintérpretes ni intermediarixs.

El colectivo de identidad marrón se conforma por hijxs y nietxs de campesinxs indígenas o migrantes, tal como ellxs lo expresan, en base a ir definiéndose, a encontrar personas que tenían el mismo tipo de preguntas. La pregunta que lxs atraviesa pasa por encontrar cuáles son los lugares comunes que hacen que el racismo se active en una estructura social. Surge a partir de descubrir que tenían historias similares, historias que el silencio no permitía sacar a la luz, que no les permitía tener una identidad, como explica Joma: se llama identidad marrón porque ni siquiera teníamos un color, se nos imponía una identidad y solo podíamos hablar siempre y cuando digamos que somos indígenas, siempre y cuando seamos exotizadxs pero lo que nos aqueja es el racismo y no queremos traducciones de personas blancas sobre nuestras problemáticas, no queremos academia blanca diciéndonos quiénes somos.

El colectivo intenta alentar que las personas marrones puedan participar, hablar y ser escuchadxs, sin una mirada neo colonial. Al respecto Joma reflexiona: muchas cosas que están tratando los movimientos antiracistas en Argentina se tratan desde espacios progresistas blancxs y son el resultado de cosas que se están estudiando en Europa o Estados Unidos. El progresismo latinoamericano lo que hace es crear un cupo donde lo no blanco sea como lo afro, que está genial porque las personas afro han sufrido diferentes historias con sus particularidades. La pregunta es ¿qué hacemos con nosotrxs? ¿Qué hacemos con las personas marrones? No queremos instrucciones sobre cómo descolonizarnos, porque no hay una receta que funcione en todos los países, como tampoco para el racismo. Traducir palabras y usarlas en nuestras realidades, hace que en ese afán de ser sudacas-latinxs, en realidad terminemos respondiendo a estructuras intelectuales de una academia europea o norteamericana, nos neo-colonizamos.

En base a esa premisa el colectivo se instala como lugar de debate y de producción de conocimiento, disputando ese lugar de poder-saber al encontrarse para vencer la vergüenza que lxs silenciaba.

Identidad Marrón y Feminismo

El pasado 8M lograron mayor visibilidad a través de carteles que llevaron a la marcha algunxs integrantes del colectivo, una de ellas, Florencia Mamani, estudiante de diseño gráfico y dirección de cine.

La elección de su carrera no es aleatoria sino que implica poder comunicar aquello que su mamá no pudo, no está dispuesta a aceptar las imposiciones sociales; ella quiere y puede hablar, gritar a través de las producciones que ella misma crea. Florencia fue a la marcha con el uniforme que usa su mamá -el de empleada doméstica- y un cartel que decía: ‘pagar los aportes de las empleadas también es sororidad’.

Dice Florencia: me parece importante haberme puesto el uniforme de mi mamá porque es lo que yo siento que es su capa, y yo asi pude ponerme en esa situación, sosteniendo ese cartel me emocioné demasiado con ese mensaje sobre mí, la capa de mi mamá y un cartel; comunicación pura.

Chana Mamani, también integrante del colectivo de identidad marrón, reflexiona sobre el lugar que tienen en el movimiento feminista: sabemos que tiene ciertos parámetros, ciertas formas que no nos representan en muchas de sus dinámicas, por eso está bueno que lo repensemos. La construcción como identidad marrón es una herramienta política que tiene que ver en parte en poner en escena que tenemos un atravesamiento propio que nos ubica en los márgenes, en los no lugares, en la negación absoluta del deseo y sí nos ubica en los lugares de las eternas víctimas, lo vivenciamos todo el tiempo y sobrevivimos a eso, lo hicieron nuestras madres, nuestras tías, etc. Si excavamos un poquito más también se nos ubica en no tener un saber propio, que es lo más terrible. Ese atravesamiento es el racismo, este racismo yace en algunos discursos o actos de algunas compañeras feministas, que quede claro que no hablamos desde un revanchismo ni nada por el estilo, sino desde el poner en escena. El racismo en nosotrxs es particular y es muy específico en Argentina, se nos ve desde una mirada colonial y este feminismo no está exento. La construcción marrona intenta hilvanar, habitar con otras identidades sabemos que el horizonte es despatriarcalizar, descolonizar pero antes estamos intentando construir ese mundo habitable con nuestros rostros, nuestros olores, nuestras voces, palabras, sentires, desde esos lugares y corporalizar con dinámicas que son diferentes al feminismo de ahora y singulares incluso con las vivencias de hermanos y hermanas o compañeres negres. Sería como una pluralidad que es negada y exotizada: conurbana, indígena, villera, boliviana, peruana, chola, mapu, no el rejunte pero sí el tejido de eso.

Sandra, una más de las integrantes del colectivo, se define también por ser una feminista y activista en el conurbano, integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito Regional Noroeste. Al consultarle cuál es el lugar que encuentran dentro del feminismo, expresa: como identidad marrón nuestros roles al interior de los feminismos principalmente es interpelar, decir acá estamos, nosotras también habitamos los feminismos. Nuestro desafío es poder mostrar aquellas cuestiones que también son inequitativas e injustas, cargadas de lo que nos pasa cotidianamente y por las que también se ven interpeladas aquellas otras personas que habitan nuestros lugares pero que se ven imposibilitadas de tener un registro acerca de lo que somos. Hay feministas marrones que tienen una historia y una cercanía con los padecimientos que nos pasan a las mujeres que habitan los territorios, por ejemplo, en el tercer cordón del conurbano, donde habitan la mayor cantidad de personas marrones y que, casualmente, está asociado a territorios que se construyen al margen, donde tenemos a las empleadas domésticas, donde la mayoría son marrones, provenientes de las diferentes provincias de nuestro país y son migrantes. Nuestros feminismos tienen que interpelar constantemente y pensar por ejemplo porqué la mayoría de las mujeres que habitan las cárceles de nuestro país son pobres pero también son marrones. Nosotras entendemos que la construcción, la revolución y el cuestionamiento tiene que ver con entender y prestar atención a las particularidades que viven nuestros cuerpos marrones y que no son la hegemonía en el feminismo que está instalado en la actualidad, se va instalando esta noción de interseccionalidad pero aún todavía está en el discurso, creemos que hoy tenemos este desafío y creemos que desde estos lugares podemos aportar.

En este colectivo de voces y corporalidades que intentan encontrarse, redefinirse, visibilizarse, también se encuentra Daniela Ruiz, quien se define como: norteña, salteña, tengo en mi piel descendencia indígena, tengo una piel hermosa, marrón, oscura, me bronceo y soy cobriza. Y en ese aspecto y en ese atardecer soy una travesti, una maravillosa travesti sudaca, directora de teatro y actriz, que cuando prendo la tv y veo los estereotipos que hay no me veo reflejada y muchas de nosotras pensamos que no tiene que ser un estereotipo blanquista, eurocentrista, en el cual no podamos ver ni abarcar la dimensión de lo que hablamos cuando hablamos de diversidad.

Fuente: http://revistafurias.com/no-queremos-academia-blanca-diciendonos-quienes-somos/

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