Por Juan Ignacio Ruiz (*).- La Comisión Federal de Telecomunicaciones (FCC) de los Estados Unidos, agencia estatal bajo control del gobierno de los Estados Unidos tiene la idea fija: ponerle fin a los acuerdos existentes que regulan la mentirosa neutralidad en Internet.
Esto puede suponer algún tipo de avance si nos quedamos alrededor de la palabra “mentirosa”. ¿A qué alude esta neutralidad en la web? Es un eufemismo para definir que por el momento los proveedores de Internet deben ofrecer el servicio de modo tal que los usuarios, más allá del pack de velocidad de acceso que puedan abonar, están en condiciones de acceder a todo tipo de contenidos. Es decir que estas empresas proveedoras deben manejar todo tráfico de datos de la misma manera sin depender de qué plataforma, aplicación o equipamiento esté utilizando el usuario.
Sin esta legislación los servidores serían libres de privilegiar o dificultar el acceso a ciertas partes de Internet según su propio criterio. Las grandes empresas de Internet podrían favorecer sus servicios. Así los gigantes de Silicon Valley o Telecom podrían pasar a gobernar la Red definiendo qué valor extra deberán pagar los usuarios. En eso anda la FCC.
Entonces, si el lobby de las grandes empresas proveedoras de Internet prospera, ver series o películas, jugar videojuegos o enviar y recibir mensajes de mensajería instantánea podría resultar en un pago extra, independiente de si uno ya está pagando el abono o servicio para acceder a determinado contenido. Algo similar a lo que ocurre con los packs premium de la TV por cable. Es el pago dentro del pago.
Esta vuelta de tuerca en el multimillonario negocio de la venta de Internet y los sub negocios derivados del manejo de datos que los usuarios voluntaria o involuntariamente conceden, hace que la pelea -más que nunca- se plantee entre los peces gordos. Los peces gordos que dan acceso a Internet no están dispuesto a que otros peces gordos del entretenimiento facturen millones sin pagar -o hacerle pagar al consumidor- un valor extra.
Mientras el poder real ordena la legalidad del negocio a través de la política, la República Democrática de Internet sigue funcionando de modo tal que incluso parece neutral, libre y gratuita.
(*) Periodista