19 mayo, 2016

¿Por qué llegamos al extremo?

Por Cleide Vilela

Las últimas semanas vienen siendo acompañadas por ruidos de helicópteros en Brasilia debido a las manifestaciones pro y contrarias a la presidenta Dilma Rousseff. En una de ellas tal vez he vivido uno de los días más tensos de mi vida: primero porque me sentí amenazada por seis “hombres blancos, fuertes y grandes” en la entrada de mi casa porque estaba vestida de rojo, cuando volvía de una reunión de padres y madres con mi hija (1a10m) y mi ahijado (2a8m) y, también, porque mi compañero fue víctima de racismo cuya motivación estaba relacionada a esa polaridad provocada por las manifestaciones.

Esos factores ilustran la división simbólica del país en el domingo (17/04), cuando un muro separaba la Explanada de los Ministerios en dos: de un lado lxs manifestantes en contra y del otro lxs a favor del impedimento de la presidenta. Todxs acompañaban la votación del proceso por los diputados federales. El muro es también representativo de las últimas elecciones ocurridas en 2014, cuando la presidenta fue electa por 51,6% de los votos válidos.

Salimos de casa a las 16hs para la Explanada, estábamos en un clima entre el pesimismo y el poco optimismo al rever nuestros compañeros y compañeras de lucha que vendrían de los distintos locales del Brasil. Sabíamos que no sería fácil vencer la Cámara de los Diputados, la más conservadora desde las directas en 1985, sin embargo, era necesario vencer porque el senado no es nada favorable a Dilma Rousseff. El discurso de Lula da Silva en el día anterior, en el campamento de los Sin Tierra, no era nada animador.

Para mí, fue difícil asumir una postura a favor del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) que también es de otros partidos que tienen un histórico de fisiologismo en otros gobiernos, como el PMDB (partido de Michel Temer) que nunca disputó elecciones directas, pero hizo parte de todos los gobiernos desde 1985. Siempre fue una simpatizante del PT, voté a Lula en 2002, mi primer votación, pero en las otras elecciones cancelé mi voto por descreer en el modelo de representación político-partidaria del país. El gobierno del PT trajo muchos avances sociales que me beneficiaron directamente -ejemplo es la expansión de las universidades públicas del país- pero también admitía un gobierno basado en un modelo de desarrollo cuestionable, ejemplo fue la construcción de Belo Monte o de la manutención de la policía militar que mata millares de jóvenes negros en las comunidades periféricas de los centros urbanos, o por la manutención del modelo de concesiones públicas de radio y TV que incluso ayudó a alimentar el clima de odio.

Esa insatisfacción con el gobierno del PT fue expuesta aún en 2013 por manifestaciones ocurridas en todo el país, después del anuncio del aumento de R$0,20 en los billetes de autobús en San Pablo. Las marchas pedían más políticas de salud y educación como también una reforma política amplia con más participación de la población. El MovimientoPaseLibre (MPL) -que se auto declara autonomista, no partidista, horizontal e independiente, cuya causa es el transporte público gratuito para la población- fue uno de los principales grupos a frente de esas manifestaciones que lograron derogar el aumento de los billetes de autobús en más de 100 ciudades. Sin embargo, grupos que tenían la reivindicación general “contra la corrupción” también participaron de esas marchas debido a su carácter plural, horizontal, a pesar de ser hostigados en algunas de ellas.

Esas manifestaciones, infelizmente, legitimaron una serie de grupos que también tenían posiciones contrarias al gobierno, no por el alargamiento de la participación social y de los derechos, sino por no tolerar las políticas sociales. Una manifestación simbólica, aunque con poca adhesión, fue la marcha del 22 de marzo de 2014 para recordar los 50 años de la “Marcha de la Família con Dios por la Liberdade”, ocurrida en 19 de marzo de 1964, 12 días antes del golpe del Estado de 1964, organizada por grupos de extrema derecha.

Después de las elecciones de 2014, fueran criados por lo menos dos grupos aglutinadores de los movimientos contra la corrupción, del “Fora PT” y a favor del impedimento de la presidenta: elMovimento Brasil Livre (MBL) y el Vemprarua que también se definen como no partidista. Esos grupos estaban del lado derecho del Congreso Nacional en el domingo, vestidos con el color de la bandera: verde-amarillo. Los apoyadores de Dilma Rousseff -el Movimiento de los Sin Tierra (MST), sindicatos, petistas, diversos movimientos sociales- del lado izquierdo vestidos de rojo.

Dentro de la Cámara de los Diputados nuestros representantes votaban “sí” o “no” para el proceso de impedimento de la presidenta. No estaba en discusión el tema del proceso, decidir si hubo o no crimen de responsabilidad en las “pedaladas” fiscales en que el gobierno tarda en repasar recursos para bancos financiadores de programas sociales para cumplir metas fiscales. La votación de nuestros representantes giró a favor de la familia (hetero-normativa) y de Dios (en un Estado laico) y contra la corrupción (Dilma no tiene ninguno proceso contra ella por corrupción, contrariamente a la mayoría de los diputados de la Cámara, incluso el presidente Eduardo Cunha, uno de los diputados más conservadores del país que está en contra de la unión homoafectiva y de la descriminalización del aborto y con numerosos procesos de corrupción).

Es emblemático que uno de los diputados más aplaudidos del lado izquierdo fue Jean Willys (Partido Socialismo y Libertad), el primer diputado gay asumido de la historia del país y del lado derecho sea Jair Bolsonaro que homenajeó al coronel Brilhante Ustra, torturador de Dilma Rousseff durante la dictadura y quien acrecentó con el “perdieron en 1964 y perderán ahora en 2016”.

El show de horrores fue ampliamente transmitido por los medios nacionales que no hacían su función de informar. Estamos viviendo tiempos difíciles porque tampoco sabemos cuáles noticias son verídicas o no. Ayer, una de los periódicos semanales, publicó una nota elogiando a Marcela Temer con los adjetivos: bella, recatada y “de la casa”. Solamente así parece que las mujeres brasileñas pueden participar de la vida política.

El domingo fue un golpe, aún estamos asustados con nuestro espejo: diputados fascistas, homofóbicos, machistas, racistas y todo lo que la palabra conservador de cuenta. Ellos representan una parte de la opinión de los brasileños y brasileñas. Una pregunta que me hago no es cómo dejamos llegar a ese punto, pues teníamos la certeza que nuestras instituciones eran fuertes y no dejarían acontecer lo que pasó con Fernando Lugo en Paraguay en 2012, pero qué vamos a hacer para no permitir eso. Estamos en tiempos de incertidumbre, incluso si habrá elecciones en 2018, pero lo peor, uno de los posibles candidatos que más crecen en intenciones de votos es Jair Bolsonoro, buena parte de nosotros brasileños y brasileñas comulgan con prácticas facistas, autoritarias, machistas, homofóbicas y racistas. Tiempos delicados y difíciles.

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