Preservación de los puestos de trabajo, respeto de los convenios colectivos y continuidad de la discusión paritaria para acordar salarios. Una reciente reunión entre la mayoría de los delegados de televisión con la UTPBA vino a ratificar esos ejes de intervención, conocidos y defendidos por todos en la práctica cotidiana, ante el dato objetivo del cambio de autoridades y las consecuencias que ello pueda generar en nuestra actividad, sobre todo a la luz de algunos dichos previos a la asunción del nuevo gobierno.
Esa coincidencia respecto de la preocupación va más allá de ese sector, incluso superando nuestra condición de trabajadores de prensa para colocarnos, como siempre, en nuestra condición de trabajadores, a secas.
Una preocupación que, paralelamente, debe ocuparse de situaciones cuya gravedad desbordan transiciones, por más importantes e inquietantes que estas parezcan. Una preocupación-ocupación es el extenso conflicto de Radio Rivadavia, donde los trabajadores ya llevan más de un mes de paro; una preocupación-ocupación es el de la editorial Dauern, de la que dependen 30 familias, donde el anunciado cierre de la empresa se vienen postergando desde hace casi dos meses, producto de una muy valiosa resistencia de los trabajadores junto con la UTPBA.
El hecho de que lo de Rivadavia no sea nuevo –hasta el momento de estas líneas no se había pagado octubre, noviembre, el aguinaldo de junio y los retroactivos- no debería naturalizar la penosa realidad que atraviesan los trabajadores de esa radio. Sin salarios, con condiciones de trabajo deplorables, maltratados, discriminados: periodistas, locutores, personal técnico, llevan adelante un paro de cuya firmeza habla cada una de las asambleas, donde se ratifica la medida hasta que la patronal que encabeza Luis Cetrá pague lo que corresponde.
Fue esa actitud la que evitó que la empresa diera el paso con el que había amenazado a seis compañeros de la Oral Deportiva: o volvían a trabajar en un par de horas o salían los telegramas de despidos, una decisión que la UTPBA escuchó y rechazó, mientras la empresa expresaba su disgusto por la presencia permanente de la organización “hablando con la gente y entrando sin avisar”.
Fue esa misma actitud de firmeza del conjunto de los trabajadores la que impidió que una promesa de pago parcial –y miserable- fuera la herramienta para levantar la medida. El “se sigue” siempre fue unánime en las asambleas, mientras la familia Cetrá no abandona su pretensión de interferir en ese ámbito de los trabajadores.
Por otra parte, para Micael Baum, dueño de Dauern –una empresa que hasta hace poco tiempo editaba una enorme cantidad de publicaciones, muchas de las cuales exportaba- el 20 de octubre era el último día: hasta esa fecha cobraría el personal su salario y a partir de allí pretendía que todos enviaran su telegrama de renuncia, sin recibir las indemnizaciones que les corresponde, algo que se encargó de remarcar como si se estuviera atravesando un tiempo previo al más primitivo derecho laboral.
Lo charlado por la UTPBA con el conjunto de los trabajadores y los primeros pasos de rechazo a ese tremendo atropello patronal –siempre planteando la continuidad de la fuente laboral y el mantenimiento de todos los puestos de trabajo- construyeron la confianza necesaria para poder resistir de manera unitaria. Primero la empresa tuvo que pagar los 10 días de octubre que había decidido no abonar y luego se vio obligada a postergar durante 45 días (hasta hoy) su intención de ir a concurso y de pedir la quiebra, frente a una lucha consecuente y sin abandonos de los trabajadores junto con la UTPBA.
Se trata de situaciones por demás graves que preocupan y ocupan, entre otras cuestiones porque reinstalan conductas empresarias de impunidad sin límites, donde se desentienden de responsabilidades elementales, atacando derechos laborales y humanos. Todo en un marco donde las respuestas institucionales –en uno y otro caso- carecieron de la resolución requerida por los trabajadores de ambas patronales, quienes, no obstante, nunca bajaron los brazos. Preocupados y ocupados, junto con la UTPBA, en luchar.
Secretaría Gremial UTPBA