Por Juan Carlos Camaño (*)-. Segundas olas, terceras; varias cepas, pocas vacunas, y con ellas la guerra de países ricos contra países pobres y de pobres entre sí; mercados “blancos” y “negros”, estafas y estafadores, oportunistas, negocios y negociados, mafiosos de baja estofa y de grandes ligas: capitalismo puro y duro. La vida no vale nada, aunque decirlo suene a una vieja canción de protesta.
La teoría de la inmunidad de rebaño está por verse y los tempranos pronósticos de mayor solidaridad ante a la peste tambalean: se roban vacunas aquí y allá; se esconden en un depósito de Italia 30 millones que, fabricadas en los países bajos, tendrían como destino el Reino Unido. Mugre sobre mugre, como lo expresan las políticas de bloqueo genocida contra Cuba y Venezuela, con pandemia o sin ella.
Puestos ambulantes de comida, bolsas y cajas de alimentos: “casa” por “casa” de pobres e indigentes, de desocupados, de los sin futuro y, próximamente, de quienes no den la talla en el teletrabajo. La vida mínima se agiganta. Ya antes de la pandemia, minuto a minuto, se agregaban despojos humanos al amasijo social. Injusticias que no cesan. Décadas.
Hace más de cincuenta años, la cantautora chilena Violeta Parra (*) se preguntaba: “Qué dirá el Santo Padre, que vive en Roma, que le están degollando a su paloma”.
(*) Presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, FELAP.
(**) En su corta vida, dedicada a la poesía, la pintura, la música y la militancia política, se destacó como una de las principalísimas exponentes del folklore latinoamericano. Entre las obras de su autoría se encuentra “Gracias a la vida”.