Raúl Barr, Secretario de Acción Social de la UTPBA y Responsable de la Obra Social de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (OSTPBA) analiza la situación sanitaria actual signada por el coronavirus, los posibles escenarios en América Latina y Argentina, y aporta algunas ideas con el objetivo de neutralizar el avance de este virus.
– ¿Qué pensás respecto a esta pandemia y a la velocidad con la que se propagó por el mundo?
– La historia universal nos trae el recuerdo de otras tragedias que marcaron la vida en el planeta. Millones de seres humanos muertos por enfermedades generadas en enemigos invisibles que son bautizados por los científicos, y que luego se repiten y multiplican geométricamente por cada uno de nosotros. El enemigo de hoy, el coronavirus, llegó para romper un equilibrio inestable a escala mundial en materia económica, social y política.
Explota en uno de los gigantes del mundo de hoy – China – aún sin saber a ciencia cierta el motivo real. Las fantasías van desde una comida exótica a las teorías conspirativas más inimaginables.
La
velocidad de la transmisión y el contagio a escala mundial circulan a la misma
velocidad que la información sobre el fenómeno. Todos estamos sobresaturados de información. Información que, a veces,
queda a cargo de advenedizos.
La otra cara de la pandemia es el fenomenal impacto en la economía global y
en la economía de cada país en particular. Aparecen en este tema el recuerdo de
otras historias trágicas en materia económica. La caída en picada parece imparable, las medidas de los gobiernos
centrales no alcanzan para parar la incertidumbre.
Así como el aislamiento es la herramienta para luchar contra el virus, la
inyección de fenomenales cantidades de dinero al mercado – vía subsidios, préstamos,
exenciones impositivas, o simplemente poniendo plata en el bolsillo de la gente
– sería el remedio para que el motor no se detenga del todo, provocando la
caída misma del sistema. La premisa
es ‘hay que salvar el sistema,
imprimamos plata espuria y cuando termine el drama sanitario, la rueda sigue
andando’.
-¿Cómo crees que impactará en nuestra región?
– Por la velocidad de propagación, a escala mundial, no estamos exentos de que nos llegue el tiempo del crecimiento de la curva ascendente. Hoy estamos mejor parados en cuanto a la información para afrontar el desafío. Las experiencias de lo que otros ya hicieron y lo que no hicieron nos dan una perspectiva a favor de tomar las medidas a tiempo, y es lo que se está haciendo.
Las medidas adoptadas por cada gobierno, por decisión propia o por copiar las que tomaron otros, van en línea con la incertidumbre y las dudas que trasmiten los científicos, la gran esperanza de hoy es evitar que la curva crezca. El gran triunfo será aplanar la curva evitando la propagación masiva.
Nuestra debilidad es la desigual infraestructura sanitaria que tenemos en la región. Esa heterogeneidad nos juega en contra de poder atender lo que sin dudas será una demanda masiva a la que no todos podrán dar respuesta efectiva. La pregunta será entonces si ya llegó el tiempo de tener que decidir a quién atender prioritariamente y quien deberá esperar.
Países como el nuestro, con un desarrollo importante en materia de salud, deberán poner todo el sistema disperso que tenemos – público, privado y de seguridad social- en línea con la atención de la lucha contra el virus y sus consecuencias. Unificar el sistema es vital para aplicar todos los recursos a un único objetivo.
Incrementar los recursos técnicos es absolutamente imprescindible, no alcanzará sólo con tener recursos profesionales preparados y de excelencia, sin respiradores ni camas de terapia intensiva que garanticen una respuesta a la demanda, no habrá solución para los que lleguen a esa etapa de la enfermedad.
-¿Las medidas fueron las correctas?
– Se toman medidas sociales.
El aislamiento como herramienta vital, viene en distintas dimensiones. Algunos todavía no lo aplican, otros lo
hacen parcialmente. Cuanto más número de afectados aparecen crece la conciencia
colectiva y el cumplimiento de medidas de profilaxis se hace más efectivo. El
‘quedate en casa’ está demostrando – por la dimensión de los que lo practican –
que el temor caló profundamente en la sociedad.
Las medidas económicas anunciadas van en línea con lo que todos los países
están haciendo o harán.
Seguir produciendo alimentos para evitar el desabastecimiento, tratar de
distribuir recursos mediante subsidios, garantizar el trabajo, ayudar a las
empresas a pagar salarios, bajando la carga impositiva, aumentar los pagos a
los beneficiarios de planes sociales, monotributistas, jubilados, trabajadores
informales son las medidas básicas para evitar sumar a la pandemia más caos
social con violencia, la cual nos pondría a las puertas de un quiebre
impredecible.
Ser responsables como Estado y solidarios como sociedad es pensar ya en el
día después.