Matanzas en escuelas, universidades, en grandes centros comerciales, en las calles por donde circula el fentanilo…y más fuego y más sangre para afuera del país de la libertad, provocando guerras y alimentándolas con armas de todo calibre, tensando el libre mercado de la muerte.
Pareciera que llegó la hora del fin del mundo de la mano del patrón de la vereda, o para mejor decirlo la arremetida global de los yankis en aras de concretar a como dé lugar su sueño varias veces publicitado: “este siglo será de EE.UU. o no será nada”.
¿Y a la Argentina qué? Unos viejos aviones de guerra que nos los venden, o regalan, para que hagamos alarde de musculatura bélica, anabólicos mediante. (JCC)