Por Juan Carlos Camaño (*).- El presidente Macri lo dijo: la inflación será de 30%. Recordemos que no hace tanto el gobierno habló de 9%. Error. Después pretendió que los acuerdos paritarios no superaran el 15%. Error.
Cuando todo se iba por las nubes el gobierno rebobinó y pasó a admitir que ese 15% se mudaba al 20% y “todas las cuentas me -le- salieron mal” (de la otrora famosa canción infantil “La farolera tropezó”).
Macri lo dijo: “Lo peor ya pasó”. Luego, cuando el dólar se desbocó, habló de “turbulencias” y más tarde de “tormentas” y de que vendrán meses difíciles. Muy difíciles.
Y el oráculo qué:
“Por eso es tan difícil comunicar a la población un plan económico de ajuste, aunque sea necesario. Existe una tendencia natural a rechazar la desigualdad, una agresividad intuitiva en contra del monito que come uvas mientras al otro le dan pepinos”. Letra y música de Jaime Durán Barba, asesor privilegiado del presidente.
La pobreza, que no es nueva y se mantiene firme en su núcleo duro y en el menos duro, amontona sarcófagos de cartón y de mantas remendadas donde amortiguar el frío de las noches en centenares de veredas de casi todas las ciudades y debajo de heladas autopistas de una Argentina llena de ajustes y tarifazos.
Socorristas, voluntarios, van y vienen llevando arroz, fideos, frazadas, pan, agua, analgésicos, antibióticos, ropa y palabras de aliento. El invierno expone “cruel en el cartel” un país en situación de calle.