MerelloxCarreras
Por Silvana Redivo (*).- En la vida de Victoria se venían una despedida, la de su padre Enrique Carreras, y una bienvenida, la de Carolina, su hija.
En ese momento, Tita Merello, que llevaba 10 años si dejar que la filmen, ni la fotografíen, le dice: ¡Victoria, filmá!
Cabe destacar que Tita era parte de la familia Carreras, ya que todos los domingos almorzaban juntos.
Victoria cuenta a La Noctiluca que, cuando chica, ella la creía una tía… una abuela.
Hoy piensa que “La Merello” con esa orden quiso, de alguna manera, que las nuevas generaciones, como su hija, la conocieran.
Lo entendió muchos años después y es ahí donde comienza la andadura de este documental MerelloxCarreras con imágenes inéditas del entorno familiar y de la última actuación de Tita en el teatro coincidiendo con el debut de Victoria como actriz. Otra vez, un parto una partida y ya van…
-¿Cuándo entendiste cuál era el mandato de Tita y sentiste que podías hacerlo?
-Fue tomar conciencia de que yo en el año 95 había recibido un mandato o una orden de Tita que fue ‘Victoria filmá’. Tuvieron que pasar 20 años de aquello que yo únicamente lo interpreté como un pedido casero de “prendé la cámara y hagamos un video home”. Dos décadas después entendí que en ese momento Tita Merello tenía conciencia de que estaba en tránsito, que se estaba despidiendo de su director, mi padre, Enrique Carreras, que le estaba dando la bienvenida a mi hija que estaba por nacer. Al darme esa orden lo que yo sentí es que tomó la decisión de dejar un mensaje para la posteridad.
-Narrativamente está construido a partir de información que se trasmite de generación en generación ¿Por qué la elección de esa estructura?
-Cuando empecé a plantearme qué estructura podía tener este trabajo me di cuenta que la estructura también me la cantó Tita en el segundo archivo. Ella le dijo al bebé cuando tenía dos meses: “A vos te van a mostrar una foto y te van a decir…” Y permanentemente le hablaba a ese bebé. Cuando empecé a imaginar la estructura me di cuenta que ella utilizó a Carolina como un puente de conexión con generaciones a las que no iba a conocer. A partir de eso decidí junto con Alejandra Marino guionar el documental de esta manera. Como un relato, al hablarle yo a mi hija que hoy tiene 20 años, que va enlazando generaciones.
-En MerelloxCarreras no sólo hablás de Tita Merello sino también de tu familia, ¿fue deliberado?
-Fue totalmente deliberado y consiente. Yo no quería hacer un documental del estilo de una biopic. Sabía que iba a exponer un recorte de la vida de Tita. Todo esto ocurrió porque ella hizo siete películas con mi viejo y desarrollaron esta amistad a partir del trabajo. La película tiene algo que descubrí en la isla de edición y es que en ese video familiar, en el que la cámara pasa de mano en mano, también es la última vez que mi viejo agarró una cámara y que su toma termina con sus dos actrices fetiches: mi madre, Mercedes Carreras y Tita Merello.
Es más, va aquí una primicia: Merello x Carreras es parte de una trilogía. Ya estoy trabajando en “Familia de Artistas” contando toda la historia artística de la familia Carreras desde nuestros antepasados españoles y donde verás a una Mercedes Carreras irreconocible.
Y, por último, la película de homenaje a mi papá, Enrique Carreras.
-Pero volviendo a Merello x Carreras, es como la última película de tu viejo…
-Es su despedida. Merello x Carreras es una película de rituales de paso. Estamos hablando de dos personas muy especiales. Del paradigma de la actriz argentina y de uno de los hombres que más filmó en el país. Eso te pone en caja porque podés filmar mil películas, podés ser la más deseada, la más brillante, pero te vas a morir igual, y en el último minuto de vida, si tenés pasión por el cine, lo que vas a querer es seguir filmando, dejar un mensaje y tener afecto. Que era lo que se vivía en ese momento en esa casa, como sentimientos muy básicos.
-Teniendo en cuenta que hasta entonces tu actividad principal era la de actriz, ¿qué es lo que te lleva a ponerte la camiseta de directora?
-La necesidad. Cuando yo empiezo a gestar este documental salía de un divorcio complicado y estaba en una situación económica precaria. En medio de una mudanza se me cae una caja por la cabeza y adentro estaban los tres archivos. Ahí le cuento al productor ejecutivo y me dice hay que hacer algo con esto. Era una forma de autogestionar algo que me significara trabajo para mí. Después me empecé a dar cuenta que estaba predestinada para eso. Me hice cargo de mi historia porque yo estoy en un set de filmación desde que tengo ocho años y sabía más de lo que yo creía que sabía.
-¿Cuándo supiste que el material que tenías era una verdadera joya de colección?
-Tomo conciencia cuando me cae la caja por la cabeza. Ese material estaba en el archivo de esas cosas que te cuestan mirar, porque son como carne viva, pero que tampoco las podés tirar porque pensás que te viene un maleficio.
-¿Por qué un documental y no una ficción?
– Entiendo que el documental está en la escala de lo que puedo gestionar. Para una ficción tendría que convencer a un montón de gente. Hay un largo escrito y todo, pero la verdad es que en este momento me siento más cómoda con este tipo de historias relatadas desde el documental. Para las ficciones que me llamen para actuar (risas).
(*) Periodista