2 febrero, 2019

Una realidad que no debe ser costumbre

Durante el 2018, miles de niñas y niños vieron sus derechos vulnerados en países en los cuales se desarrollan guerras, donde sufrieron ataques directos, fueron asesinados, mutilados o reclutados para participar de los enfrentamientos.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia –UNICEF- destacó el sufrimiento y los peligros a los que se exponen a los más pequeños cuando son atacados sus hogares, escuelas, hospitales y otros servicios básicos para que puedan desarrollarse sanos y a salvo.

Algunos de los territorios donde aún los derechos de los chicos y de las chicas se ven arrasados por conflictos bélicos son Afganistán, Camerún, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Iraq, La cuenca del Lago Chad, Mali, Burkina Faso, el noreste de Nigeria, Palestina y Sudán del Sur, entre otros.

Uno de los países que presenta una situación tremenda en este sentido es Yemén, donde –según Naciones Unidas- “1.427 niños murieron o resultaron mutilados en ataques, incluido un ataque desmedido contra un autobús escolar en Sa’ada. Las escuelas y los hospitales han sido objeto de frecuentes ataques o han sido utilizados con fines militares, negando a los niños el acceso a su derecho a la educación y a la atención de la salud”.

Otro caso, por ejemplo, es el que se vive en Afganistán, donde “siguen produciéndose casos de violencia y de derramamiento de sangre a diario, ya que solamente en los nueve primeros meses de 2018 murieron o resultaron mutilados unos 5.000 niños, el equivalente a la totalidad de los casos que se produjeron en 2017. Además, los niños constituyen el 89% de las víctimas civiles de los restos de explosivos de guerra”.

Los mencionados en los párrafos anteriores son apenas pequeñas muestras de la extrema violencia que daña día a día a miles de chicos y chicas.

Los asesinatos, las mutilaciones y las violaciones, entre otras atrocidades, son moneda corriente en la vida de quienes integran quizás la franja etaria más vulnerable y son víctimas de intereses que arremeten ferozmente sus más básicos derechos humanos.

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Por Eduardo Verona

Periodista. Miembro de Conducción de UTPBA.
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