Aunque al día de hoy aún no se llegó al número de personas que padecieron esta enfermedad durante el año pasado, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) teme un considerable aumento de la transmisión comunitaria y recomienda a los gobiernos de la región “que se preparen para el peor escenario”.
El año pasado tres millones de latinoamericanos sufrieron esta infección, con 1500 muertes.
Según los datos de la OPS, Brasil acumula el 70% de los casos registrados y en México, Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador la cantidad de afectados se multiplica entre tres y diez veces. En Honduras el 17% de los enfermos sufren el dengue hemorrágico y el 66% de los muertos son niños.
Vale decir que esta enfermedad – como muchas otras – está estrechamente ligada a la pobreza estructural. Falta de cloacas, malas condiciones del alcantarillado y deficiencias severas en los servicios de salud producen el escenario adecuado para la propagación de este mosquito y multiplican la amenaza en toda América Latina. Sobre todo –pero no únicamente- el dengue ataca las precarias viviendas de los cinturones de miseria en las grandes ciudades.
El dengue lo produce un virus y se transmite por las picaduras de los mosquitos Aedes Aegypti que proliferan en las aguas estancadas y resisten las fumigaciones. Aún no hay vacuna, y el dengue hemorrágico puede ser mortal sin una rápida y adecuada atención sanitaria.