Ya lo dijimos: la culpa no es de Aranguren sino de… Cambios en el gabinete del gobierno del presidente Macri, más despidos, cosa que nunca dejó de suceder, más allá de los altos y bajos. Suspensiones, especialmente en las fábricas de autos y subsidiarias, crecimiento del número de pobres, aumentos imparables del costo de vida y una inseguridad que mete miedo y que no es ninguna sensación. Nunca lo fue.
Los trimestres pasan y a las promesas se las lleva el viento. Vuelven los tarifazos. Dicen que serán graduales, por goteo: la nafta, la electricidad, el gas, los peajes…
Cuando aumenta la electricidad no sólo el problema está cuando las facturas llegan a la casa de la gente, sino que, como ocurre con la nafta, esos aumentos se trasladan a toda la cadena de precios y las remarcaciones en muchos casos se producen casi en silencio.
Dicen que ahora sí, que comienza el despegue, que ni Donald Trump podrá detenernos, porque los argentinos tenemos al Papa, a Messi, a Diego y a Durán Barba.