Por Juan Carlos Camaño (*) – Del “quedate en casa” a abrirle las puertas al coronavirus tan solo un trecho. Imperdonable.
El viernes 3 de abril las calles del país se llenaron de jubiladas y jubilados , yendo y viniendo, y apiñándose frentes a los bancos.
Nada de cuarentena. Nada de quedate en casa. Libertad total para contraer coronavirus, para contagiarse y contagiar.
Horas de colas, de sufrimientos, enojos, incertidumbre, resignación e impotencia. Conscientes todas y todos de los riesgos que se corrían ante un virus que se pasea a sus anchas en las aglomeraciones y el hacinamiento.
¿En unos días más alguien nos informará sobre las consecuencias de semejante escenario, obra superadora del mejor cuento de terror de Edgar Allan Poe? ¿Alguien nos dirá, cuando ocurra, si ese pandemonio dejó víctimas fatales?
Todas las personas que fueron a cobrar sus jubilaciones están registradas, es cuestión de hacer un pormenorizado seguimiento.
(*) Periodista. Presidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas – FELAP