El olor a mugre de las personas y las calles de Estocolmo de finales del siglo dieciocho, en su extrema dimensión de fetidez, puede leerse, hasta la saturación, en las páginas de la trilogía 1793–1794 y 1795 del escritor Niklas Natt Och Dag.
La propuesta del autor sueco es un periplo a la convergencia de oscuridades y contradicciones morales de los personajes en un escenario histórico minuciosamente perfilado, producto de una reconocida investigación, que reafirman mapas, planos y sucesos de la realidad.
El comportamiento de las criaturas literarias de Niklas Natt Och Dag, Nico Día y Noche, según la traducción al español de su apellido de familia de la nobleza sueca, se origina en valores que a lo largo de la historia han marcado crímenes e injusticias sociales. En definitiva, la condición humana, que a sugerencias recientes del escritor “ no ha cambiado, sólo que ahora tenemos la posibilidad de hacer más daño”.
“El cortoplacismo y la avaricia humanas condenarán a todas las especies a la extinción. Los nietos de mis nietos beberán agua envenenada porque yo quiero un Tesla”, advierte el escritor que de la nobleza, sólo le queda hoy un apellido distinguido.
Desde 2017, cuando apareció el primer libro de su trilogía, se han vendido los derechos de la obra a más de 30 países y ha merecido el reconocimiento de la Academia Sueca de Escritores del Crimen y de la Feria del Libro de Gotemburgo.
Natt Och Dag también muestra su identidad al diferenciarse de otros autores, por su tendencia a la visión idílica de las clases bajas de la sociedad con su contundente expresión: “quienes no tienen, no son mejores personas”.
La adhesión de los lectores a la propuesta creativa de este autor, entre otros, se inscribe en el signo de preferencias actuales del público por lo que ya se define como novela negra histórica.
Claro que lo que se insinúa como nuevo género literario reconoce firmes antecedentes en la literatura de Umberto Eco con El nombre de la rosa, de Benjamín Flack con Los lobos de Praga o Fabiano Massimi, autor de El ángel de Munich, entre otros notables exponentes.
La empatía por estas construcciones literarias sigue sumando adeptos. Todo posible, cuando la alta tensión emocional de la realidad de un momento específico de la historia es sostenida por la carne de personajes de ficción, reconocidos en el parto de una estudiada objetividad y de una tentadora propuesta para viajar, a través del tiempo y el espacio, sobre el pulso de la vulnerabilidad humana.