P- ¿Cuáles son las dificultades que estás atravesando en el plano personal, profesional o laboral en el marco de la pandemia?
R- Como todas las vidas sufrieron transformaciones obvias según nuestras distintas realidades, diré que la irrupción del coronavirus trastocó la organización de mi trabajo como docente: me reconvertí en “teleprofesor”, una idea desafiante, pero que sentí la necesidad de hacer de la mejor manera como un aporte a la “causa nacional” frente a la pandemia (Fernández dixit) desde mis saberes acumulados en las aulas.
Por eso, desde mi propio aislamiento, y a través de plataformas como Zoom, Teams, Meet o WhatsApp, entregué horas interminables y sin la provisión por parte de las instituciones de medios informáticos, a reconfeccionar y/o generar nuevos programas, contenidos, ejercicios y parciales. Lo que más me perjudicó -además de la falta de conectividad vía estatal (el monopolio de la banda ancha se intensificó y agudizó, significando uno de los principales problemas a zanjar por la democracia) como así también la magra retribución por el descomunal esfuerzo realizado, independientemente de los esfuerzos gremiales para que no se profundice la tradicional vulnerabilidad de lxs trabajadores) fue que la publicación de mi nuevo libro -Artigas y el Congreso de Abalos- pautada para 2020 quedó en suspenso hasta el próximo mes de marzo 2022.
Por fortuna, la virtualización de la vida se me presentó con un incremento en la intensificación del trabajo por la extensión de jornada, y no me encontró desempleado o engrosando el índice de vulnerabilidad laboral frente a esta crisis inédita. A quienes sufrieron o sufren la pérdida del empleo, o disminuciones salariales, suspensiones o licencias, les ofrezco mi abrazo y acompañamiento en la lucha. No hubo fluctuaciones del mercado sino una nueva concentración de los sectores económicos. Por eso, compañeras y compañeros, más allá de las expresiones de bronca o alusiones a lo injusto, sostengo que nuestra vulnerabilidad aumentó durante la pandemia porque la infraestructura tecnológica de avanzada seguirá sustituyéndonos, por la propia naturaleza de la deshumanización del trabajo en curso.
P- ¿Qué opinión te merece la falta de respuesta ante nuestro reclamo con respecto al predio de UTPBA en Moreno?
R- Reconozco que la combinación de la inobservancia de la ley y las desigualdades estructurales en la Argentina subsisten como un divorcio entre los supuestos democráticos de igualdad jurídica de lxs ciudadanxs, por un lado, y, por otro lado, la realidad de las relaciones de dominación.
Por eso, las normas prescriptas adquieren el carácter de utopías irrealizables. Así, un síntoma de la debilidad del orden jurídico en nuestro país es la usurpación, que tipifica como delito, aunque el derecho constitucional a la vivienda digna no se garantiza desde el propio Estado de Derecho.
Empero, el problema moral en la cuestión del predio de la UTPBA radica en que hay ilícitos que reflejan desesperación. No obstante, la demora en el lanzamiento del Poder Judicial constituye un caso de denegación de justicia para con lxs trabajadorxs de prensa, más allá de si los usurpadores son a su vez víctimas de una estructura mafiosa, amén de sacrificadxs por la asimetría social.
En suma, el Estado de Derecho tiene la obligación de generar los mecanismos para que los habitantes accedan a una vivienda digna, o será este un Estado Anómico. Asimismo, la usurpación en Moreno no resulta una respuesta ética ante el desamparo injustificado: su recuperación configura una cuestión de índole social porque su indebida apropiación agranda las necesidades de los y las afiliadxs a nuestro sindicato; los terrenos ocupados no son públicos.
En el caso de nuestro camping, las argumentaciones sociales se tornan imposibles de convalidar, allende de nuestro rechazo a los criterios de propiedad imperantes.
Si bien el Estado tiene la carga de no criminalizarla gigantesca deuda interna, la desmesura antidemocrática de la invasión al predio nos produce una privación que debe cesar.